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De la naturaleza al acuario

Contenido

  • 1 Las aguas dulces tropicales
  • 2 Peces y plantas de América del Sur
  • 3 La riqueza de los medios acuáticos
  • 4 América Central
  • 5 El ciclo del agua
  • 6 Sudeste de Asia
  • 7 África
  • 8 Los grandes lagos africanos
    • 8.1 El lago Tanganica
    • 8.2 El lago Victoria
    • 8.3 El lago Malaui
  • 9 Fauna y flora oceánica
    • 9.1 Fascinantes arrecifes
  • 10 Nuestras costas
    • 10.1 Las aguas marinas atlánticas
    • 10.2 Las aguas mediterraneas
    • 10.3 Entre mar y tierra
    • 10.4 Las aguas salobres

Las aguas dulces tropicales

Las regiones cálidas del globo, comprendidas entre el trópico de Cáncer y el trópico de Capricornio, están sometidas a temperaturas relativamente elevadas durante todo el año y a una larga exposición al sol. Esta relativa estabilidad climática favorece la actividad y la diversidad biológicas.

Así, en la zona tropical se han censado alrededor de 8.000 especies de peces de agua
dulce, de las cuales más de 1.300 viven en la inmensa cuenca del Amazonas. En Europa, sin embargo, sólo se han contabilizado 200 especies. En cuanto a las plantas acuáticas, su desarrollo suele estar relacionado con el fenómeno de las crecidas estacionales y su distribución está fuertemente condicionada por la temperatura, hasta el punto de que sólo algunas especies cosmopolitas llegan a extenderse hasta las zonas templadas.

La distribución geográfica de los peces y las plantas tropicales de agua dulce que más interesan a los acuariófilos comprende, fundamentalmente, América del Sur, América, Central, sudeste de Asia y África.

Peces y plantas de América del Sur

En la amplia cuenca del Amazonas, los peces mejor representados pertenecen al grupo de los caracoideos (que actualmente reúne una decena de familias, siendo los cariados los más numerosos), seguidos de los peces gato, o siluriformes. Los ciprinodóntidos y los cíclidos se han adaptado a vivir en aguas más tranquilas, bajo fragmentos de troncos o entre las plantas palustres, particularmente abundantes en algunas zonas.
En los ríos y medios lacustres sudamericanos la mayor parte de las plantas que encontramos pertenecen a los géneros Cabomba, Myríophllum, Echinodorus y Heteranthera. Algunas de estas plantas se dan mejor en un acuaterrario o un medio emergido, donde llegan a dar flores. El Amazonas es un extenso río, de 6.618 km de longitud, que nace en la cordillera de los Andes, en el Machu Picchu (Perú). Cuenta con 200 afluentes y es el río más caudaloso
del mundo, vertiendo en el océano Atlántico en un día lo que el Sena vierte en un año, es decir, el equivalente a 200.000 ml por segundo. Bajo los trópicos sudamericanos, las lluvias torrenciales y las crecidas estacionales que hacen variar el nivel de los afluentes del Amazonas entre 3 y 5 metros, inundando las tierras próximas y permitiendo a la flora y la fauna acuáticas extenderse lejos de su lugar de origen.
Nutriéndose del agua de sus afluentes, el Amazonas puede aumentar su nivel en 15 metros, anegando en unos instantes inmensas superficies. Al norte del ecuador, la estación de las lluvias tiene lugar entre mayo y julio, mientras que en el sur es de noviembre a enero.

Las aguas de los ríos y afluentes sudamericanos son, por lo general, aguas muy blandas, con un pH ácido, teñidas del color del té por el paso continuo sobre la capa de humus. Durante todo el año, la temperatura de los grandes ríos oscila entre 25 y 30 grados centígrados. En las extensas lagunas localizadas en lo más profundo de la selva ecuatorial, la descomposición de la materia orgánica es marcadamente activa, lo que da lugar a aguas parduscas con valores de pH entre 4 y 5. En estas zonas pantanosas, de exuberante vegetación, la temperatura alcanza a veces 35 grados centígrados.

La riqueza de los medios acuáticos

Los mares y océanos recubren el 71% de la superficie del globo, pero representan el 97,4% de la totalidad de las aguas, lo cual explica que encontremos en ellos el 75% de los especies anímales y el 50% de los vegetales que existen en nuestro planeta. Los zonas costeras representan sólo el 8% de la superficie de los océanos, pero proporcionan el 95% de los recursos marinos en todo el mundo; así, aportan a b humanidad el 3% de su alimento y el
12% de sus proteínas. Los aguas dulces se reducen al 2,6% de todo el agua del planeta: tres cuartas partes de esto agua se encuentran en forma de glaciares, mientras que el 1 % restante incluye ríos, lagos y estanques. Es normal, por lo tanto, que en estos medios solo encontremos el 6% de bs animales y el 8% de bs vegetales de todas los especies del globo. Sin embargo, el 41% de los peces viven en agua dulce y el 59% en el mar. Aunque un gran número de especies puede vivir en zonas de salinidad variable, sólo un centenar puede pasar realmente del mar a los aguas dulces (o a la Inversa). Existen alrededor de 30.000 especies de peces en todo el mundo, tantas como el resto de vertebrados juntos, pero sólo unos cientos resultan interesantes para el acuariófilo.

América Central

Los medios de agua dulce de América Central (incluyendo también el sur de Estados Unidos y el norte de América del Sur) se presentan a menudo como ríos de curso lento o extensas zonas pantanosas, poco profundas y cenagosas, recubiertas de una alfombra de plantas flotantes, como jacintos de agua, Salvinia y Pistia. A excepción de estas especies invasoras, las plantas centroamericanas son poco numerosas. En algunas superficies de agua, numerosos ejemplares de Vallisneria y Cabomba forman auténticas praderas sumergidas, mientras que los nenúfares y los Scirpus dejan que sus hojas floten sobre el agua. Esta región intertropical, de 5.000 km de longitud, donde las precipitaciones no suelen ser muy abundantes y las aguas están fuertemente mineralizadas, ofrece a los acuariófilos algunas familias de peces ovovivíparos, siendo los poecílidos los mejor representados por especies muy conocidas como los peces Gupys, los xifos, los platys y los mollys.

Los cíclidos centroamericanos, pertenecientes casi todos al grupo de los Cichlasoma, son peces de gran tamaño, que miden aproximadamente 30 cm de largo y pesan 1 kg. Los dos extremos son Cichlasoma (Parapetenia) dovii, que mide unos 50 cm de longitud y pesa de 2 a 3kg, y Cichbsoma (Archocentrusl nigrofasciatum , que apenas sobrepasa los 10 cm de longitud.

El ciclo del agua

En la naturaleza, el agua se evapora por efecto del sol. Las masas de aire cargados de
vapor de agua se desplazan, forman las nubes y éstas, al enfriarse, descargan el agua en forma de lluvia o nieve. Una parte de esta agua se infiltra en el suelo, alimentando las capas
freáticas y los ríos subterráneos; otra parte regresa a la atmósfera por evapotranspiración de las plantas y, por último, uno tercera parte fluye en superficie, alimentando los cursos de agua para volver a incorporarse al ciclo.

En el medio tropical, donde la cobertera vegetal es importante y la evapotranspiración
enorme, el vapor de agua asciende, se enfría y se condensa en el mismo sitio, dentro de un
ciclo cerrado. La naturaleza y la friabilidad de los terrenos afectados por las aguas de lluvia
modifican la composición físico-químico del agua de los ríos y los afluentes. En la extensa
cuenca amazónica, la lluvia que atraviesa gruesas capas de humus se cargo de materia
orgánica en descomposición que tiñe las aguas de color pardo y acidifica considerablemente su pH.

Sudeste de Asia

El sudeste asiático es la otra región geográfica de la que proceden numerosos peces tropicales de agua dulce. Singapur, junto con Manaos (Brasil), son los dos grandes mercados mundiales de fauna y flora de acuario. Otros países, como Malasia, Sri Lanka, las Célebes y las prolongaciones insulares de Borneo, sometidos a la influencia del clima ecuatorial y de los monzones, constituyen inmensos reservorios de ictiofauna. En estas zonas, las variaciones de temperatura son relativamente pequeñas, mientras que el grado higrométrico suele estar próximo a la saturación.

Las precipitaciones son aquí más importantes que en América del Sur, pero se distribuyen a lo largo de todo el año. En estas condiciones de calor y humedad constantes, se desarrolla la exuberante selva tropical, con más de 200 especies de árboles por hectárea y surcada por una extensa red hidrográfica formada por ríos de curso lento y lagunas. Estos medios acuáticos, cuya profundidad no sobrepasa por lo general los 50 cm, contribuyen a mantener la humedad del aire. Sus aguas son ácidas, con un pH que oscila entre 5 y 6, mientras que la temperatura alcanza valores máximos de 28 a 29 °C; las oscilaciones diurnas no sobrepasan 1 ó 2 °C en las zonas en las que la cobertera vegetal es más densa. No es de extrañar, por lo tanto, que el sudeste de Asia ofrezca una amplia colección de animales y plantas acuáticas susceptibles de interesar a los amantes de los acuarios tropicales. Betta splendens es, sin duda, el pez más popular originario de esta región del mundo. De Malasia, que alberga numerosos biotopos acuáticos de gran riqueza, proceden también los géneros Rasbora, Acanthophthalmus, Trichogaster y Barbus

Otros peces, como Gyrinocheilus, los peces de cristal, Kryptopterus , o los » tiburones» de cola roja, Labeo, proceden también de estas regiones. Entre las plantas, los Cryptocoryne constituyen uno de los grupos mejor representados, con una infinidad de formas, tamaños y colores. Los helechos acuáticos, como Ceratopteris, también se adaptan fácilmente
a la vida en el acuario.

África

El continente africano muestra dos grandes tipos de medios acuáticos de agua dulce,
muy diferentes entre sí.

Por una parte está la red fluvial, con unas características del agua muy parecidas a las del río Amazonas. El río Zaire, por ejemplo, cuya cuenca se extiende por el África tropical, es una de las redes hidrográficas más importantes del mundo. Los peces de los ríos africanos tienen fama, más o menos justificada, de ser agresivos y dañar la decoración del acuario con su actividad excavadora.

Este particular comportamiento, que se desarrolla fundamentalmente en los peces de
la familia de los cíclidos durante los periodos de reproducción, debe ser tenido en cuenta por el acuariófilo para preparar un acuario específico, adaptado a las necesidades de sus huéspedes. Los cíclidos agrupan a las especies más conocidas de las aguas corrientes africanas, pero éstas también ocultan los Tetra, como Phenacogrammus, y peces gato, como Synodontis, que tiene la peculiaridad de nadar al revés, con el vientre orientado hacia la superficie. Entre los vegetales, Anublas, Crinum y Bolbitis son los más representativos de los cursos de agua del continente africano.

El segundo tipo de ecosistema acuático está constituido por los grandes lagos africanos, con numerosas especies endémicas de peces, si bien no todas están comercializadas actualmente. Estas grandes extensiones de aguas profundas, formadas gracias a una
inmensa falla tectónica que interrumpió el curso de algunos ríos, albergan a más del
80% de las especies de peces censadas en el continente africano. Los tres lagos más importantes desde el punto de vista ictiológico son el Tanganica, el Malaui y el Victoria.
Según su latitud, la temperatura varía más o menos en las capas superiores, llegando
a un valor virtualmente constante en profundidad. En estas aguas profundas y oscuras, la falta de oxígeno, asociada a la presencia de un compuesto de sulfuro de hidrógeno, hace que no pueda desarrollarse en ellas ninguna forma de vida que no sea la bacteriana. Las aguas próximas a las riberas, sin embargo, extremadamente limpias, dejan penetrar la luz hasta una profundidad de unos 20 metros. En ellas proliferan las algas verdes, desarrollándose especialmente en las zonas rocosas donde las plantas superiores no llegan a enraizar. Los márgenes de estos lagos, de naturaleza rocosa, ofrecen numerosos refugios a los peces, y especialmente a los cíclidos. Algunos, como Tropheus, petrícolas, viven exclusivamente en las zonas rocosas, mientras que otros, como Xenolilapia y Haplochromis sabulícolas, menos numerosos, prefieren los hábitats arenosos. Sobre las orillas arenosas crecen los carrizos, en tanto que bajo el agua se desarrollan plantas de las especies Vallisneria y Ceratophyllum

Los grandes lagos africanos

El lago Tanganica

Este gran lago de África oriental, situado en el límite con Zaire, alimenta al rio Lukuga, que desemboca en la cuenca del Congo. Tiene uno extensión de 31.900 km’ y dos losas de unos 1.400 m de profundidad, una al norte y otra al sur. Su fauna, endémica, muestra una extraordinaria diversidad. Contrariamente al lago Victorio, posee unas aguas limpias que
permiten el paso de la luz hasta una profundidad de 20 a 25 m.

Las características físico-químicas del agua de esta inmensa reserva de cíclidos son las
siguientes:

  • dH de 13 a 20*
  • pH de 8 a 9
  • Temperatura de 24 o 29 °C cerca de las orillas
  • Conductancia de 600 a 620 nanosiemens/cm

El lago Victoria

El mayor lago africano tiene una superficie de 68.100 km cuadrados . Es la fuente más importante del Nilo, donde inicio su andadura antes de recorrer los 5.600 km que le separan del mar Mediterráneo. En este auténtico mar interior, la transparencia del agua se ve alterada por la presencia masiva de algas planctónicas que limitan la penetración de la luz hasta 3 m
de profundidad.

Las características físico-químicas de sus aguas son las siguientes:

  • pH entre 7 y 9
  • Temperatura de 23 o 25 «C, según la época del año
  • Conductancia de 90 o 150 nanosiemens/cm

El lago Malaui

Situado al oeste de Mozambique, este extenso lago, de 26.000 km cuadrados de superficie y una profundidad de 760 m, presenta una mineralización muy débil y, por ende, una fauna especifica diferente a la de los otros dos grandes lagos africanos. Antiguamente se le conocía como lago Nyassa. Como en el caso del lago Tanganica, sus aguas limpias permiten que la luz atraviese la aguas e ilumine el sustrato hasta una profundidad de 20 a 25 m.

Las características físico-químicas de sus aguas son las siguientes:

  • dH de 7 a 11
  • pH 8
  • Temperatura de 23 o 27 grados C, según la época del año
  • Conductividad de 200 o 330 nanosiemens/cm.

La conductancia permite apreciar la mineralización de un agua concreta. Cuanto más mineralizada está, mayor es su conductancia. Es decir, que un agua calcárea deja pasar mejor la corriente que aguas de mayor acidez.

La resistencia indica lo contrario. Cuanto más
mineralizada está un agua, menor es su resistencia
.

Fauna y flora oceánica

Fascinantes arrecifes

La gran mayoría de los peces marinos criados en acuario proceden de los arrecifes coralinos de los mares tropicales, donde las aguas son cristalinas y la temperatura media se sitúa entre 24 y 26 °C. El más fascinante de estos arrecifes es, sin duda alguna, la Gran Barrera de Coral, que se extiende a lo largo de más de 2.000 km, bordeando la costa nordeste de Australia.

Esta gigantesca construcción, que cubre unos 230.000 km cuadrados alberga multitud de formas vivas, algunas de las cuales es imposible encontrar en ninguna otra parte del
mundo. Los peces y los invertebrados que se desarrollan en este arrecife ofrecen la más
bella paleta de colores y de comportamientos que se pueda imaginar. Existen, sin embargo, otros arrecifes de coral en el mundo cuya sola evocación hará soñar a más de un acuariófilo.

Citemos, por ejemplo, los del Caribe, los de las Maldivas (océano índico) o, más próximos a nosotros, los del mar Rojo. El cultivo de ciertas plantas marinas, impensable hace unos años, e incluso la conservación de corales vivos en un acuario, son hoy una realidad tangible para cualquier aficionado a los acuarios marinos.

Nuestras costas

Las aguas marinas atlánticas

En líneas generales, podemos decir que tienen unas características bastante estables. Los peces que viven en estas zonas no soportan grandes variaciones de salinidad ni de temperatura, recorren grandes distancias y no son aptos para la cría en acuario. Por el contrario, en las aguas costeras sometidas a la influencia continental sobre todo a los aportes de agua dulce se encuentran algunas especies pequeñas y sedentarias que se desarrollan
bastante bien en cautividad, salvo si la temperatura del agua es demasiado elevada.

Las aguas mediterraneas

Son aguas más saladas, con una temperatura que suele superar los 20 °C en verano. Si bien muchas especies viven tanto en el océano como en el Mediterráneo, existen en este último ciertos peces que no viven en ninguna otra parte (especies endémicas) y que se pueden criar en acuario.

Entre mar y tierra

En las zonas salobres, el índice de salinidad del agua muy a menudo es inferior al del mar. Estos medios, en general poco profundos, están fuertemente influidos por el clima y especialmente por la temperatura del agua, razón por la cual albergan espacies muy resistentes a las variaciones de salinidad y temperatura.

En España, estas zonas están representadas por antiguas salinas, lagunas saladas poco profundas (como la Albufera de Valencia) y por las desembocaduras de los ríos. A lo largo de nuestras costas, las aguas entierran una intensa vida acuática que puede reproducirse también en cautividad. Las orillas rocosas están pobladas por multitud de vegetales y animales que se fijan sólidamente al sustrato para resistir al asalto del oleaje. Cuando baja la marea, quedan al descubierto amplias zonas en las que se esconden numerosos crustáceos, cangrejos o camarones, que sólo hay que buscar en las charcas de agua. También podemos encontrar actinias (anémonas) y peces jóvenes. A diferencia de los organismos que viven andados a las rocas, los que se desarrollan en la arena se ocultan en ella para escapar de los predadores y de la desecación cuando el mar se retira. Es en estos hábitats costeros donde podemos capturar pequeños animales, invertebrados o peces, y algas para adornar nuestro acuario marino de aguas templadas, sin olvidarnos del caballito de mar.

Para capturar los peces podemos emplear una caña de pescar con el anzuelo muy fino.
Para el resto de animales, lo mejor son nasas de mimbre o de metal, empleando porciones de cangrejo o de peces como cebo. Con las anémonas de mar no resulta tan fácil, y lo mejor es tomar parte del sustrato sobre el que se fijan. Los cangrejos y los camarones se pescan con una sacadera, rascando el fondo de las pozas de agua.
Una vez acabada la pesca, se debe hacer una selección de las capturas para conservar sólo
las que puedan vivir en cautividad.

Las aguas salobres

Los estuarios de los grandes ríos, así como algunas lagunas asiáticas y americanas, forman microbiotopos de tipo manglar que registran grandes variaciones en la salinidad y se ven afectados por las mareas.

Los estuarios y las lagunas están presentes en todas las latitudes, mientras que el manglar es un biotopo de aguas salobres específico de las zonas tropicales. Los peces que frecuentan estas zonas reciben el nombre de eurihalinos, es decir, que soportan grandes variaciones de salinidad. Es el caso de los géneros Scatophagus, Monodactyius, Toxotes y
Periophthalmus

La cría de estos peces en un acuario presenta algunas dificultades:

– Estos peces alcanzan un tamaño relativamente grande para el acuario de un acuariófilo principiante.

– Su reproducción resulta muy difícil y, en el caso de algunas especies, aún no ha conseguido realizarse con éxito en cautividad;

– Las relaciones entre miembros de la misma especie y con otras especies son más bien agresivas;

– Las dificultades que entraña su reproducción conllevan un elevado coste a la
hora de reponer los ejemplares;

– Viven relativamente poco si no se respetan sus hábitos y modos de vida;

– Requieren el acondicionamiento de un acuaterrario específico, con plantas frágiles y delicadas.

Sep 3, 2017macuario
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